Interesante reporte
A 28 años del Caso Fattorel - Argentina
TITULO: EL CASO FATTOREL
AUTOR: Alejandro Chionetti
FUENTE: UFO PRESS N°15, enero 1983
INTRODUCCION
La noche del viernes 19 al sábado
20 de febrero de 1982, Juan Fattorel fue testigo de un suceso
en el que se vinculan la aparición de un objeto volador
no identificado y una presunta teleportación del testigo
del suceso.
Este caso, explotado en demasía
por la prensa local, pudo ser investigado por nuestra organización
apenas una semana más tarde de sucedido, lo que nos permitió
acceder a un testigo todavía no demasiado "contaminado"
por la prensa y con recuerdos muy frescos sobre el hecho que lo
tuvo por protagonista.
Este es el informe y la visión personal
que hemos tenido en el lugar de los hechos.
EL CAMINO HACIA LA INCONSCIENCIA
La noche del viernes 19 de febrero de 1982,
Juan Fattorel, 41 años, oriundo de Río Negro y propietario
de una chacra dedicada al cultivo de árboles frutales,
regresaba a su hogar luego de una agotadora jornada de trabajo.
(Su domicilio particular se encuentra ubicado en la ciudad rionegrina
de Allen).
Durante la tarde habla estado arando un
sector de su campo y, ante problemas ocasionados por la poca irrigación
de agua en la zona de sus cultivos, más tarde habla ido
a consultar al encargado de la distribución de aguas.
Poco después, tomó rumbo
hacia Allen, deteniéndose a reaprovisionar de combustible
a su vehículo, en una estación de servicio situada
en los límites de la referida ciudad.
Al dejar la estación de servicio
tomó por la Avenida Roca, deteniéndose por espacio
de 10 a 15 minutos en la gomería 'Segón', donde
conversó con Ariel Sánchez (20 años, propietario
de la gomería) sobre algunos temas de interés común.
Aproximadamente a las 21:15 hs, Fattorel
continuó su marcha por la Avda. Roca a una velocidad de
unos 50 km/h y luego de recorrer unos 300 metros, tomó
por un camino secundario que utiliza normalmente cuando regresa
a su hogar porque es poco transitado y de recorrido sensiblemente
más corto. Pero, antes de doblar, se encontró con
que el camino se hallaba bloqueado por un camión con acoplado
que se hallaba maniobrando.
Fattorel, estimando que el camino tardaría
algunos minutos en quedar libre, decidió proseguir su marcha
por la Avda. Roca (hacia el este), para retomar hacia el sur por
el "camino viejo" hacia lo que se conoce como el camino
de acceso a las chacras o la ex ruta 22.
Sin aumentar ni disminuir el ritmo de su
marcha, Fattorel continuó su recorrido hasta que, a unos
800 metros de la intersección de la ex ruta 22 con la Avenida
Roca, el Renault 12 comenzó a frenarse lentamente, apagándose
la luz del tablero. Eran las 21 y 30 hs, aproximadamente.
Extrañado, Fattorel guió
a su vehículo sin motor hacía un costado del camino
para no obstruir la carretera.
No se habla detenido totalmente su vehículo,
cuando la atención de Fattorel fue capturada por una especie
de zumbido ("similar al que produce un juguete a pilas")
que parecía provenir de algún lugar situado a su
izquierda, y muy cercano.
Fue entonces que, al dirigir su mirada
hacia la izquierda del camino, intentando de ubicar la fuente
del sonido, Fattorel observó un objeto suspendido a no
más de 10 metros de distancia de su vehículo. En
ese instante sintió como si se le nublara la vista ("como
si me echaran humo a los ojos").
El objeto tenía unos dos metros
de altura por 1,5 metros de ancho ("era como un Fiat 600
pero sin la parte de adelante, sin el motor"), y se hallaba
suspendido a no mas de medio metro del altura sobre el asfalto,
balanceándose suavemente con cortos movimientos de ascenso
y descenso. El objeto no emitía luz alguna, pero presentaba
un brillo metálico ("como de aluminio").
De inmediato, y como proviniendo del objeto,
Fattorel escuchó una voz grave, agresiva e imperativa:
BAJESE, la cual provocó en el testigo una reacción
interior de rebeldía.
Lo primero que pensó Fattorel en
aquel instante fue la posibilidad de un asalto o de una agresión,
con la lógica carga de temor.
Inseguro, Fattorel llevó su mano
derecha hacía la llave de contacto, y en ese momento sintió
un dolor insoportable ("como de fuego") en la zona del
cuello, perdiendo el conocimiento de inmediato, quedando dentro
del vehículo detenido a un costado de la carretera que,
instantes antes, recorría.
EL REGRESO A LA REALIDAD
Fattorel despertó boca abajo. Lo
primero que palpó fue la tierra, que parecía húmeda.
Quiso ubicarse, mirando alrededor, pero estaba completamente ciego.
Fue presa de la desesperación.
Se incorporó con un gran esfuerzo,
sintiéndose como «si saliera de una anestesia",
con un fuerte dolor en la parte posterior del cuello, un ardor
insoportable en sus ojos y un fuerte zumbido en sus oídos.
Dando algunos pasos inseguros tropezó
con su automóvil, lo cual lo tranquilizó. En aquel
momento Fattorel creía que había estado desmayado
por espacio de 15 o 20 minutos. Instantes después escuchó
el sonido de un tren.
Sus piernas estaban muy doloridas, lo cual
no le impidió comenzar a caminar a ciegas tratando de encontrar
a alguien que lo ayudara a superar el trance. Una y otra vez tropezó,
cayendo en tierra junto al camino.
Fattorel ignora cuanto tiempo permaneció
en esa situación, hasta que una luz comenzó a taladrar
las tinieblas El testigo, algo reanimado, se dirigió hacia
ella escuchando ruido de motores.
La luz se acercó a Fattorel, el
cual borrosamente advirtió que era un omnibus de la línea
Alto Valle.
El conductor del omnibus vio a Fattorel
apenas adelante de su vehículo, y frenó súbitamente
para impedir un accidente ("aquel hombre parecía estar
en estado de ebriedad, se balanceaba y tenía la mirada
vidriosa y como perdidas).
El conductor y algunos pasajeros, se apearon
y ayudaron a Fattorel, el cual balbuceaba frases inconexas acerca
de "un objeto raro" y manifestaba tener mucha sed.
Subieron a Fattorel al rodado, y lo entregaron
en un destacamento de Gendarmería Nacional, quienes trataron
de revitalizar al testigo, ofreciéndole de beber (bebió
más de un litro de agua), para luego llevarlo a la unidad
policial de Arroyito.
El la unidad policial identificaron a Fattorel,
tras lo cual se pusieron en contacto con los familiares de éste,
quienes poco más tarde los retiraron del destacamento y
procedieron a internarlo preventivamente en el Policlínico
Ados, de la vecina localidad de Neuquén.
CARACTERES Y SINTOMATOLOGIA DE FATTOREL
UNA SEMANA MAS TARDE
Al arribar a Allen una semana después
de los sucesos aquí relatados, y esperando que se hubiera
calmado el revuelo sensacionalista que se habla tejido alrededor
del caso (sobre todo a partir de las sucesivas notas publicadas
en el diario RIO NEGRO), encontramos al testigo en su domicilio,
conversando con un viejo amigo que, en su juventud, le habla enseñado
a tocar el acordeón.
Desde un principio notamos que al testigo
le molestaba sobre manera que se pusiera en tela de juicio su
narración acerca de los presuntos acontecimientos que lo
habían tenido por protagonista.
"¿Por qué uno se va
a poner a mentir'> ¿Qué gano yo con eso? Si esto
me ha costa más de 150 millones de pesos de mi internación.. .
" nos refirió en tono de amarga protesta, "¿Para
qué va uno a engañar a la gente?", continuó
diciendo.
Fattorel se mostraba muy preocupado por
los efectos fisiológicos derivados de su experiencia, y
por los que temía podía llegar a sufrir en el futuro.
Todavía sufría dolores en
las piernas, tenía cierto grado de fotofobia y (esto es
lo que más preocupaba a Fattorel) presentaba un dolor agudo
en la zona
del vientre sobre la derecha (según
el testigo ese dolor era un "empachamiento" de agua
debido a la gran cantidad que había ingerido en el destacamento
polícial).
Fattorel presentaba, además, ciertas
marcas en su epidermis, las que a continuación reseñamos:
a) dos en cada mano, siendo ambas perfectamente
circulares y equi distantes.
b) dos a cada lado del cuello, pasando
uno de los pares exactamente sobre la vena yugular. Las marcas
del cuello estaban más borrosas que las de las manos y
la distancia que las separa no era igual en cada caso, estando
casi superpuestas las de la zona derecha del cuello.
c) en las yemas de los dedos de ambas-manos
el testigo presentaba pequeñas ampollas en fase de c¡catrización.
Las huellas que presentaba en sus manos,
dadas sus características, bien podrían haber sido
causadas por un objeto circular, metálico y candente.
LA PERSONALIDAD DEL TESTIGO
Juan Fattorel goza de cierto prestigio
en la ciudad de Allen, lo cual pudo ser verificado por nosotros
durante nuestra investigación. Su padre, viejo colono de
la zona, fue muy querido por sus vecinos, aunque nos confiaron
que tenía ciertos dotes de videncia y se dedicaba circunstancialmente
a la curación de dolencias, recetando formas naturales,
clásicas de todo "curandero" de campo.
Fattorel continúa los pasos de su
padre y posee lo que algunos investigadores -en parapsicologí a
denominamos "mirada curativa", tanto por su profundidad
como por su morfología anatómica ocular.
El testigo, cuestionado acerca de esos
dones, los negó de plano en la primera entrevista, pero
en nuestro segundo encuentro aceptó las versiones que habíamos
logrado de terceros y las corroboró plenamente. Según
el testigo ,esos "dones" provienen de su padre o por
"vía kármica" (palabra que utilizamos
para determinar si Fattorel creía en la transmigració n).
Según el testigo, dos días
antes del suceso tuvo el "presentimiento algo nebuloso -de
que le iba a ocurrir aquello", y que el hecho en sí
"iba a ser negativo y que le iba a cambiar la vida".
Así lo exteriorizó a su esposa. En este punto cabe
aclarar que la Sra. Fattorel no toma muy en serio las precogniciones
de su esposo.
Fattorel no recuerda nada de sus horas
en el "limbo ufológico". No ha tenido sueños
ni pesadillas recurrentes hacia aquella noche, ni imágenes
que relacionaran o explicaran las horas perdidas.
El testigo declaró que "no
piensa que fue llevado al interior del objeto por los tripulantes" .
No da ninguna explicación ni tampoco parece obsesionado
por saber que fue de 61 en su "tiempo en blanco".
A cada momento asevera que "él
es muy inteligente y muy sencillo".
LOS SUPUESTO EFECTOS EN LA ZONA Y LOS OTROS
TESTIMONIOS
De boca de Fattorel y otra gente de la
zona llegó a nosotros la versión de una serie de
apagones y cortocircuitos presuntamente acaecidos en la ciudad
de Allen, especialmente en el Parque Industrial de la localidad.
Esto, como es lógico, nos llevó a la zona donde,
según Fattorel, habían ocurrido tales hechos.
El primer lugar que visitamos fue la planta
elaboradora de jugos naturales CELLACO, donde según nos
informó el personal de mantenimiento las "caídas
de tensión" son cosa muy frecuente, y si la noche
del incidente las hubiera habido, no fueron muy notables ni registradas
por el personal del establecimiento.
El segundo -lugar que visitamos fue la
planta productora de telgopor YATA. Allí sí sucedió
algo la noche de 19 de febrero: según nos refirió
el Ing. Gobbi (director de la planta) mientras se probaba un transformador
de unos 120 kw de potencia, saltaron dos fases dejando la fábrica
en penumbras alrededor de las 20:30 hs. Hecho nada excepcional
y perfectamente explicado.
Fattorel también nos refirió
que unos "mochileros" hablan observado (en la isla Jordán)
dos luces extrañas con rumbo a Cipolletti a eso de las
21 hs, y el periodista Alvarez (maestro de Fattorel años
atrás y que cubrió el hecho para el RIO NEGRO) nos
dijo que por terceros se había enterado de que una joven
había visto un objeto luminoso a gran distancia, en una
hora cercana a la del incidente de Fattorel.
Demás está decir que todo
ello no pudo ser verificado por nosotros y nuestra impresión
es que esos presuntos testigos no existen ni existirán.
Juan Fattorel estuvo solo la noche del
16 de febrero de 1982 y también ahora ha quedado solo...
a solas con su conciencia.
Fuente: Mitos del MilenioAgradezco a: Rubén Morales - Buenos Aireshttp:// mitosdelmilenio. com.ar/mytoCAAB. htm
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