Libros, bitácoras de viaje y más recientemente videos sostienen que las tierras australes están siendo constantemente sobrevoladas por objetos de desconocida procedencia.
El domingo siete de febrero, justo cuando el fotógrafo Luis Pérez grababa un grupo de objetos voladores no identificados sobre cielo puntarenense, se cumplían 430 años desde que el primer avistamiento fue registrado en la región.
En el libro titulado “Viaje al Estrecho de Magallanes”, de Pedro Sarmiento de Gamboa, casi medio siglo atrás, en castellano antiguo, se citó lo siguiente: “Esta noche, a una hora de esta, a la banda del sureste, cuarta al sur, vimos salir una cosa redonda, bermeja como fuego, como una daga que iba subiendo por el cielo o viento. Sobre un monte alto se prolongó y estando como una lanza alta sobre el monte se hizo como media luna entre bermeja y blanca”.
Indudablemente, este hecho podría entregar a nuestra región la posibilidad de ser la primera en contar históricamente con un acontecimiento, donde quienes tuvieron la posibilidad de observar una anormalidad nocturna, eran hábiles marinos habituados a escrutar los cielos, para guiarse en su navegación habitual.
El segundo avistamiento de este tipo en la Región de Magallanes, fue hecho en el año 1887, por el teniente de la Marina Argentina, Agustín del Castillo, quien mientras realizaba una expedición en el sector de Baguales, aledaño al Paine, observó una situación nunca antes vivida por él. En el libro “Expedición Costas del Pacífico” del Castillo citó lo siguiente: “A medianoche, cuando nos íbamos todos nos habíamos entregado al reposo, fuimos despertando por la claridad de un resplandor inmenso que avanzaba hacia nosotros y que obligó a nuestra tropilla a concentrarse hacia el fondo del cañadón. Era un fuego enorme que avanzaba desde el interior impulsado por una brisa recia del Oeste… Despertamos con sobresalto y abandonamos nuestros duros lechos constituidos por las monturas, subimos a la cresta de un mogote vecino desde el que pudimos contemplar un imponente, estupendo y bello panorama”.
De la lectura de estas dos experiencias antiquísimas, se puede desprender que lo observado, no por una, si no por muchas personas, no es más ni menos que lo que actualmente se denomina como Ovni.
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