Redacción internacional, 24 jun (EFE).- El telescopio espacial Herschel ha "impactado" a los científicos de la Agencia Espacial Europea (ESA) con el envío de unas nítidas imágenes de la Galaxia del Remolino, a 35 millones de años luz, aun antes de alcanzar su pleno funcionamiento y su órbita definitiva. Seguir leyendo el arículo
Las imágenes, tomadas los pasados 14 y 15 de junio, sólo eran un "primer ensayo" ya que el telescopio infrarrojo, el mayor en órbita, no estará listo para funcionar a pleno rendimiento hasta dentro de otro mes.
"Nos impactó y nos da mucho ánimo", dijo a Efe Bruno Altieri, científico del centro espacial de astronomía de la ESA en Villanueva de la Cañada, cerca de Madrid, donde 40 de las 300 personas que trabajan están dedicadas a este proyecto.
La ESA ha publicado una imagen compuesta de tres observaciones de la estructura en espiral de la galaxia M51 (galaxia del remolino) hechas por Herschel, junto a otra tomada por el telescopio "Spitzer" de la NASA, donde se puede apreciar la diferencia en la nitidez.
El observatorio Herschel, que fue lanzado el 14 de mayo desde la base espacial de la ESA en Kurú, en la Guyana francesa, es "una nueva ventana al descubrimiento" del Universo, según Altieri.
Su misión durante los próximos tres años será estudiar cómo se formaron las primeras galaxias y cómo evolucionaron hasta la actualidad, y ver el nacimiento de las estrellas.
Sus sofisticados instrumentos infrarrojos, que incluyen también una cámara y un espectrómetro, le permiten ver a través del polvo y los gases espaciales objetos fríos invisibles para otros telescopios.
"Vamos a ir mucho más lejos en el espacio y a ver la historia del Universo", dijo Altieri.
El Herschel tiene un espejo de 3,5 metros de diámetro -una vez y media el tamaño del principal reflector del telescopio Hubble- y es sensible a ondas de luz infrarrojas y submilimétricas.
Estará situado en una órbita a unos 1,5 millones de kilómetros de la Tierra en dirección diametralmente opuesta al sol y estará operativo mientras duren sus reservas de helio, necesarias para enfriar sus sensores infrarrojos, que deben estar más fríos que los objetos que observa.
En una órbita similar se encontrará el satélite Max Planck, que fue lanzado también el 14 de mayo y que empezará a funcionar dentro de dos meses, cuando el helio que lleva a bordo haya enfriado suficientemente sus instrumentos para realizar una primera cartografía del cielo, señaló Altieri.
Los científicos esperan que detecte restos de radiación dejados por el Big Bang hace unos 14.000 millones de años, y recibir datos inéditos del Universo cuando era extremadamente joven, 380.000 años después del Big Bang.
El coste total de ambos proyectos roza los 2.000 millones de euros, un "lujo" que no se pueden permitir todos los países, según reconoce Altieri, pero que es un fiel reflejo de la "curiosidad humana" y que nos permite "tener una idea de la fragilidad de la vida en la Tierra".
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