jueves, 1 de octubre de 2009

ARDI: nuestro antepasado

WASHINGTON.- El hallazgo en los años 90 en Etiopía del esqueleto de homínido más antiguo encontrado hasta ahora, de 4,4 millones de años de antigüedad, arroja luz sobre una nueva etapa en la evolución del hombre que lo acerca al ancestro común de humanos y monos, según un estudio divulgado hoy.

El rescate entre 1992 y 1994 de este esqueleto fosilizado, pieza por pieza, así como de decenas de otros fósiles pertenecientes a esta misma especie de homínido bautizado Ardipithecus ramidus, revela características biológicas hasta entonces desconocidas del primer eslabón en la evolución del hombre desde sus orígenes, según los resultados de los análisis de estos investigadores.

Este fósil de una hembra bautizada "Ardi" es el esqueleto más antiguo conocido de la rama humana de la familia de los primates que comprende los Homo sapiens así como especies más cercanas al hombre que los chimpancés y los bonobos, subraya el equipo internacional de paleo-antropólogos y de geólogos cuyos estudios aparecen en la revista estadounidense Science de hoy.

El análisis del cráneo, los dientes, la pelvis, las manos, los pies y otros huesos de Ardi llevaron a los científicos a deducir que en vida se trataba de una hembra bípeda que pesaba 50 kilos y medía 1,20 metros de altura.

El estudio de Ardi permitió una nueva comprensión de la manera por la cual los homínidos -que engloban la familia de los grandes monos, entre los cuales los humanos, los chimpancés, los gorilas y los orangutanes- podrían todos descender de un ancestro común, precisó Giday WoldeGabriel, del Laboratorio nacional de Los Alamos (Nuevo México, sudoeste) que dirigió los estudios de datación geológica del sitio del hallazgo.

La genética sugiere que los humanos y nuestros parientes más cercanos, los chimpancés, se bifurcaron hace entre seis y siete millones de años, aunque algunas investigaciones sugieren que esto pudo ocurrir hace 4 millones de años.

Antepasado humano. "Ardi" es claramente un antepasado humano y sus descendientes no surgieron de los chimpancés u otros monos, dijeron los investigadores en la revista Science. Ella tenía un cabeza parecida a la de un mono y pulgares oponibles que le permitían trepar a los árboles fácilmente, pero sus manos, muñecas y pelvis muestran que caminaba a grandes pasos como los humanos actuales y no apoyando los nudillos como los chimpancés o gorilas.

"Las personas tenemos una especie de supuesto de que los chimpancés no han evolucionado mucho, que el último antepasado común fue más o menos como un chimpancé y que ha sido el linaje humano el que ha hecho toda la evolución", aseguró Tim White, profesor del Centro de investigación sobre la evolución humana de la Universidad de Berkeley (California, oeste), uno de los principales autores de esta vasta investigación.

White, Berhane y Asfaw, del Servicio de Investigación del Valle del Rift de Adís Abeba, y un gran equipo, analizaron todos los huesos de Ardi y encontraron que podría haber sido más pacífica que los chimpancés modernos. No tiene los largos colmillos que los chimpancés usan para luchar, por ejemplo.

Además, los hombres y mujeres tienen los dientes de tamaño similar, sugiriendo una mayor igualdad que entre los simios modernos. Pero su cerebro, bastante pequeño, está situado de una forma más similar al Australopithecus y a los humanos modernos, sugiriendo más percepción humana visual y espacial.

Superando a Lucy. Se estima que el último ancestro común a los humanos y los chimpancés habría vivido hace unos seis millones de años. Hasta el descubrimiento de Ardi, el eslabón más antiguo conocido de la evolución del hombre era un "hombre-mono" bípedo dotado de un pequeño cerebro que vivió hace entre uno y cuatro millones de años.

"Lucy", un fósil de un espécimen de esta especie denominada Australopithecus y que data de hace 3,2 millones de años, fue descubierto en 1974, también en Etiopía, a unos 72 kilómetros de donde se encontró a Ardi 20 años más tarde. Ardi era más primitiva que Lucy, indican los análisis comparativos de su esqueleto y de los otros restos fosilizados de Ardipithecus, subrayan estos investigadores.

Tras el hallazgo de Lucy, los paleo-antropólogos esperaban -al descubrir posteriormente fósiles del homínido más antiguo- encontrar el ancestro común del hombre y el chimpancé, basándose en las tres grandes similitudes genéticas entre ambos. Pero el esqueleto de Ardi no corrobora esta expectativa, observa White.

Ardi, al "acercarnos como nunca antes al ancestro común de los monos y el hombre, nos permite realmente imaginar sus rasgos", indicó. "Esta criatura (Ardi) es de hecho un mosaico interesante, ni chimpancé ni humano", añadió, observando que la mano del fósil es "incluso más primitiva" que la de un chimpancé.

La conclusión "sorprendente" del análisis de las características biológicas y morfológicas de Ardi es que los grandes monos africanos y los humanos siguieron caminos muy diferentes desde su separación, tras su último ancestro común, lo que hace difícil imaginar cómo era éste último y comprender la evolución humana, explicó Tim White.

"La única manera de saber a qué se parecía este ancestro será encontrarlo", concluyó, citando a Charles Darwin, que advertía contra las extrapolaciones a partir de los monos.

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