Europa, satélite de Júpiter, y Encelado, luna de Saturno, han atraído
particularmente la atención, debido a indicios de que podrían existir
océanos de agua líquida bajo sus superficies heladas. Esto, más los
hallazgos de exóticas comunidades biológicas en las fumarolas
hidrotermales de las profundidades oceánicas de la Tierra, sugieren que
estos satélites helados podrían albergar vida en la actualidad.
Las superficies heladas podrían estar resguardando océanos profundos, y
mediar en el flujo de materiales y energía entre esas lunas y el
espacio.
Varias líneas de evidencia apoyan la presencia de océanos en los
subsuelos de Europa y Encelado.
El agua líquida no es fácil de encontrar fuera de la zona orbital por
la que circula la Tierra. Pero las fuerzas de marea originadas por la
cercanía de otros astros podrían preservar de la congelación a los
océanos bajo la superficie. Tanto Europa como Encelado tienen órbitas
excéntricas que alternativamente los acercan o alejan de sus
respectivos planetas. Estas órbitas crean un tira y afloja de energía
gravitacional entre los planetas y sus satélites
Las fuerzas de marea producen fricción y energía geotérmica. Este
mecanismo también haría restregar el hielo de la superficie contra sí
mismo en los lugares donde haya fisuras profundas, generando calor y
fundiendo el hielo. Los géiseres de Encelado parecen originarse a
partir de esta clase de actividad, y las cuantiosas grietas en la
superficie de Europa sugieren la acción de placas geológicamente
activas.
Una capa helada externa resulta crucial para conservar los océanos que
en estas lunas podrían albergar vida. Las capas de hielo además
escudarían a los océanos de la frialdad del espacio y de la radiación
dañina para los organismos vivos.
Tanto el núcleo como la superficie de estas lunas son fuentes
potenciales de los "ladrillos" químicos necesarios para la vida. La
radiación solar y los impactos de cometas dejan una película química en
las superficies. Para sostener a los organismos vivos, estas sustancias
tendrían que pasar a los océanos del subsuelo, y esto puede ocurrir
periódicamente alrededor de las fisuras en la capa de hielo en las
lunas con cubiertas de hielo relativamente delgadas, como Europa y
Encelado. Las sustancias orgánicas y los minerales también podrían
fluir de los núcleos de estas lunas. Estos nutrientes podrían mantener
comunidades como las que se ven alrededor de las fumarolas
hidrotermales en la Tierra.
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