Astrónomos han descubierto que dos chorros simétricos que surgen de los
lados opuestos de una estrella en formación experimentan un tiempo de
retardo: emanaciones de gas y polvo aparecen exactamente cuatro años y
medio más tarde que formaciones idénticas en el lado opuesto.
El hallazgo, que requirió de la visión infrarroja del telescopio
Spitzer de la NASA, está ayudando a los astrónomos a comprender cómo se
producen estos chorros alrededor de estrellas en formación, incluidas
las que se asemejan a nuestro sol cuando era joven.
Los chorros corresponden a una fase activa en la vida de una estrella
joven. Una estrella empieza como un colapso, una nube redonda de gas y
polvo. Expulsando chorros supersónicos de gas, la nube ralentiza su
giro. Como la materia cae sobre la estrella en crecimiento, se
desarrolla un disco de material arremolinado a su alrededor y chorros
gemelos que disparan desde arriba y por debajo del disco, como una
peonza.
Una vez que la estrella brilla con la luz de sus semejantes, los
chorros desaparecen y el disco adelgaza y se aleja. En última
instancia, los planetas pueden agrupar la materia que queda en el disco
giratorio.
El descubrimiento de estos chorros con retardo ha llevado a los
astrónomos a fijarse en la zona donde se encuentran. Las nuevas
observaciones del Spitzer límitan esta zona a un círculo alrededor de
la joven estrella con un radio de 3 unidades astronómicas. Una unidad
astronómica es la distancia entre nuestro Sol y la Tierra. Esto es
aproximadamente 10 veces menor que las estimaciones previas.
"Donde hoy está la Tierra fue quizás una vez un lugar muy violento
cuando eran expulsados a gran velocidad chorros de gas y polvo del
disco que daban vueltas alrededor de nuestro joven sol", dijo Alex
Raga, de la Universidad Nacional Autónoma de México, primer autor del
estudio. "Si es así, la formación de planetas como la Tierra depende de
cómo y cuando terminó este fenómeno. Esencialmente, cada estrella como
nuestro propio sol ha pasado por un proceso de formación similar".
Uno de los chorros ahora estudiados, denominados Herbig-Haro 34, había
sido observado ampliamente desde hace años, pero el otro permaneció
oculto detrás de una nube oscura. La sensible visión infrarroja de
Spitzer fue capaz de perforar esta nube, que revela el chorro oculto
con detalle. Las imágenes del Spitzer muestran que el chorro recién
descubierto es perfectamente simétrico a su gemelo, con idéntica
formación de material eyectado.
Esta simetría resultó ser clave para el descubrimiento de la
temporización de los chorros. Al medir las distancias exactas de los
chorros de la estrella, el equipo fue capaz de darse cuenta de que,
para cada expulsión de material en un punto, un chorro similar se
disparaba en la dirección opuesta 4,5 años más tarde.
Los astrónomos dicen que algún tipo de comunicación tiene lugar entre
los chorros Herbig-Haro 34, probablemente transportada por ondas de
sonido. Conocer la duración de la demora del tiempo y la velocidad del
sonido les permitió calcular el tamaño máximo de la zona donde puede
producirse la emanación.
Fuente: ep
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