El horror del Holocausto
En noviembre de 1942 un decreto del entonces presidente Ramón Castillo autorizaba el ingreso al país de mil niños judíos provenientes de la zona de Vichy. Los nazis habían aceptado el pedido efectuado por la comunidad judía argentina. Sin embargo, el salvoconducto se truncó por presión de sectores nacionalistas e integrantes de la burocracia local. Los niños terminaron deportados a campos de concentración.
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Por Mario Feferbaum | 04.09.2009 | 23:33
En noviembre de 1942 un decreto del entonces presidente Ramón Castillo autorizaba el ingreso al país de mil niños judíos provenientes de la zona de Vichy. Los nazis habían aceptado el pedido efectuado por la comunidad judía argentina. Sin embargo, el salvoconducto se truncó por presión de sectores nacionalistas e integrantes de la burocracia local. Los niños terminaron deportados a campos de concentración.
Esta semana asistimos al 70º aniversario de la invasión alemana a Polonia e inicio de la Segunda Guerra Mundial. La historia citada en el párrafo anterior es un ejemplo de cómo el horror del Holocausto –ocurrido dentro de ese período en el que perecieron más de 60 millones de personas en diversas circunstancias– tuvo repercusiones a nivel local.
En contrapunto a la prohibición de la inmigración judía en aquellos tiempos, Argentina fue refugio de criminales nazis. Incluso antes de 1939 la ideología nazi pululó fuertemente en nuestra sociedad, con actos masivos de apoyo al régimen en el Teatro Colón y el Luna Park y la represión contra judíos durante la Semana Trágica. También existen estudios como el de Daniel Sabsay y Andrea Pochak sobre la influencia del pensamiento nazi en la jurisprudencia de los tribunales federales argentinos (1933-1958).
Este movimiento pro nazi tuvo un contrapeso en el Primer Congreso contra el Racismo y el Antisemitismo, de 1937. En su declaración inicial, suscripta por Lisandro de la Torre, Arturo Illia, Ricardo Balbín y Mario Bravo, entre otras personalidades, afirma que “no consentiremos que se haga de los judíos una minoría oprimida, vejada y perseguida. Reivindicamos para nuestro suelo (…) la más amplia libertad de pensamiento y de creencia”.
La dimensión de la tragedia del Holocausto junto con sus antecedentes locales es motivo suficiente para promover y reafirmar su implementación en los programas educativos. Es tarea del Estado, en conjunto con las organizaciones del Tercer Sector, formar a las nuevas generaciones para que lo sucedido durante el Holocausto no se repita con pueblo alguno.
*Presidente del Museo del Holocausto de Buenos Aires.
Me pregunto cuanto antisemitismo, cuanto anti- alguien existe todavía en la sociedad de la manera más puntillosa y solapada. Porque una escucha a diario hablar de negros, bolitas, paraguas,judíos de mierda, y tantas calificaciones despectivas donde un grupo social se resguarda de la mugre que creen portan aquellos que no corresponden al estereotipo social medio. Tendríamos que sacarnos las caretas y ver cuanto tenemos de fachistas adentro, sin mentirnos, sin adornarnos con buenas razones para ejercer ese personaje nefasto que siempre ocupa el lugar del correcto ciudadano medio que disparará el revolver sin dudar ante quienes se hayan corrido del lugar que le correspondía según el manual.
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