martes, 26 de enero de 2010

Extraño hallazgo de Indios Californios

Enterraban a sus muertos dos veces
Extraño hallazgo de Indios Californios


Un sistema funerario sui generis, consistente en la doble inhumación, fue practicado por los grupos seminómadas de Baja California Sur hace más de 2,300 años, según lo revelan estudios de antropología física realizados a restos óseos encontrados en más de un centenar de entierros descubiertos en diversos puntos de la península.

Contrario al concepto de tribus salvajes que prevaleció por mucho tiempo, esta investigación ha permitido determinar nuevas interpretaciones sobre la cosmogonía que tuvieron los grupos indios californios, y que comprueba que tuvieron una cultura con características únicas.

El antropólogo físico Alfonso Rosales-López, del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH-Conaculta), informó que las pruebas físicas y biológicas indican que los esqueletos fueron enterrados dos veces. “Primero, el cadáver era colocado dentro de una fosa, una vez que tenía un avanzado estado de descomposición era desenterrado, para posteriormente seccionarlo manualmente y realizar una segunda inhumación”.

Este sistema de doble enterramiento, que se practicó desde antes de la época precolombina entre los grupos de indios californios, tenía como finalidad terminar con el sufrimiento de la persona fallecida, puesto que “el concepto de muerte (como biológicamente lo entendemos) no existía, pero, los cambios físicos provocados por el proceso de descomposición hacían creer que experimentaba dolor, por lo que se pensaba que seccionando el cuerpo liberaban al individuo de este padecimiento”.

“Para ellos este momento no era de muerte, sino un simple cambio de estado, en donde el dolor era una constante, porque el cuerpo cambia de coloración, le salen moretones y arroja líquidos por los orificios”.

De acuerdo con las creencias de estos grupos, para aliviar el dolor que ‘sentía’ el muerto, lo desenterraban meses después y lo seccionaban, cuando sabían que las articulaciones estaban frágiles por la descomposición de la carne. “Separaban la cadera del tronco, las extremidades y en algunos casos el cráneo, y así, fragmentado, lo volvían a enterrar”.

El antropólogo Rosales-López, refirió que con esta práctica no sólo liberaban al individuo del dolor, sino que automáticamente éste y los demás antepasados enterrados en el mismo sitio se volvían guardianes del lugar, garantizando así que siguieran brindando los recursos alimenticios.

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