lunes, 30 de noviembre de 2009

Sonidos de otros mundos

Sonidos de otros mundos

Enigmas.- Percibimos los sonidos mediante el sentido del oído. Incluso los
sordos captan su presencia por el tacto. Todo lo que existe vibra, y por
tanto es factible de ser escuchado.¿Ha oído hablar alguna vez de lo que es
un fractal? ¿Sabe cómo suena una figura geométrica como la que adopta un
círculo de cereal o una catedral gótica, construida mediante antiguos y
secretos conocimientos de “geometría sagrada? ¿O el efecto que tiene sobre
el espíritu la armonía obtenida por el diálogo entre un instrumento musical
y los propios sonidos de la naturaleza?

*Juan Ignacio Cuesta Millán*

Los antiguos griegos consideraban a la *geometría* como *“música congelada”*.
La leyenda cuenta que Pitágoras caminaba un día pensativo, cuando pasó cerca
de una herrería en la que los trabajadores golpeaban los yunques con sus
martillos. No prestó atención, pero “algo raro” impactó en su subconsciente.
Volvió al taller, pudiendo apreciar que los golpes combinaban curiosamente
unos con otros, según su altura tonal. Así descubrió las leyes de la
armonía, y su misteriosa relación con el número sagrado –1,61803...–. Estas
leyes son válidas, no sólo para la música, sino para todas las actividades
que permiten transformar la naturaleza a fin de hacer más cómoda la vida del
hombre: geometría, arquitectura…

El *cerebro humano *reconoce la belleza y el equilibrio cuando estas normas
rigen la estructura de las cosas. Los intervalos tonales –su
“verticalidad”–, combinados con su desarrollo en el tiempo, –su
“horizontalidad” , su ritmo–, inducen *imágenes mentales*, provocan *estados
de alteración de conciencia*, sanan o enferman, modifican nuestro *estado
emocional* y nos proporcionan *desgracia o felicidad*.*
*

Los *sonidos*, armonizados o no, son imprescindibles en la práctica de la
magia, que aprovecha el inmenso poder de la palabra –Alí Babá, en Las Mil y
una Noches utiliza una alocución imperativa: “¡Ábrete Sésamo!”, para abrir
las entrañas de la Tierra y acceder a su interior–. Tienen también una
enorme energía capaz de destruir las murallas de una ciudad, tocadas por
sacerdotes, como relata la Biblia –las “Trompetas de Jericó”. Josué 6,20–.
Son *inseparables de lo sagrado*; los sabios egipcios conocían perfectamente
la influencia de las leyes aúreas sobre los hombres y sus obras y las
aplicaron. Construyeron templos, edificios y criptas donde se produjeron las
primeras manifestaciones de canto sagrado, al que algunos investigadores
atribuyen la capacidad de aligerar el peso de las piedras.

Existe una *relación metafísica entre los objetos y el sonido*, ordenado en
forma de música. Podríamos considerar a cualquier edificio –ya sea una
catedral o una humilde ermita–, como “partituras”, de una melodía que nos
descubre consciente o inconscientemente los secretos de su estructura.
Cuando paseamos por el interior de los edificios sagrados, nos envuelve un
aura, una atmósfera sonora –además de lumínica– que nos conduce al
recogimiento, a la elevación espiritual y a la consciencia.

También los *sonidos artificiales *pueden adquirir propiedades sorprendentes
cuando se mezclan con los naturales, creando *atmósferas sugerentes,
relajantes y capaces de llevarnos a estados de gran creatividad. *

El sonido de las cosas

Las cosas suenan mediante una vibración transmitida por el aire. Se constata
fácilmente observando un árbol, un pájaro, una cascada. Esta forma de
transporte es posible por la *singularidad atmosférica de la Tierra*. No
podemos escuchar nada en lugares donde no exista la mezcla de gases que
permiten la vida. En Marte, por ejemplo, si su ausencia es absoluta, no
apreciaríamos ni el fragor de una bomba atómica.

La hipótesis, sin embargo, es que existen también sonidos –no registrados
con nuestra tecnología– producidos por los cuerpos físicos, por pequeños que
sean, que no necesitan soporte. Hemos de tener en cuenta que toda materia no
es sino energía girando permanentemente –electrones, protones, neutrones,
etc–, y que producen radiaciones que pueden escucharse con tecnologías
específicas.

Resulta fascinante llegar a conocer cómo suena un electrón, pongamos por
caso, o Júpiter girando en el sistema solar, el roce de las patas de una
hormiga o la explosión de una galaxia. *¿Hay una vibración de fondo audible
producida por los agujeros negros?* Algunas de estas preguntas tienen
respuesta y otras no. Veamos las que sí la tienen, porque hemos desarrollado
mecanismos electrónicos que nos permiten escuchar el sonido de los objetos
físicos extraterrestres, aunque aparentemente no exista un medio de
transporte adecuado entre ellos y nosotros.

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